Dejar un curso a la mitad no es bueno para nadie: ni para ti, ni para el profesor. Para tu bolsillo tampoco. Los grupos que se estiran y encogen en número de estudiantes sólo tienen éxito en contadas ocasiones. Cierto es que a veces no hay más remedio que apuntarse casi al final de un curso, pero no te vamos a engañar: de ti depende que sigas el ritmo que han marcado los demás. El profesor te va a incluir en todas las actividades y va a hacer tu estancia en el grupo agradable y provechosa, sin embargo el trabajo que le dediques fuera de clase es primordial.
La constancia es más poderosa que los arrebatos. En eso los adultos podemos ganar a los niños, ya que en edades tempranas se suele obtener recompensa a corto plazo pero con el tiempo comprobamos que el aprendizaje más sólido es el que ha tenido lugar ‘a fuego lento’.
Constancia también es seguir todos los puntos que estamos exponiendo aquí, dedicar tiempo a hacer los deberes, a repasar lo visto en clase, a buscar un rato al día sin distracciones –y por supuesto sin whatsapp…