Sabemos que de cuando en cuando salen voces en defensa de los profesores. Tenemos en cuenta la pura labor vocacional que desempeñan, el aguante en una clase de chicos ruidosos (no quiero imaginar los que vayan a la escuela obligados) y la necesidad de permanecer en el puesto, atendiendo, hablando, corrigiendo y animando aunque el mundo se haya desmoronado alrededor. Y todo con una sonrisa, sin parecer enfadado.

Los profesores seguimos pensando en la actividad que hemos hecho una vez que hemos llegado a casa, y anticipamos como será la próxima. Miramos los escaparates de las tiendas por si hay algo que podamos utilizar en clase. Nos dejamos gran parte del sueldo en bolis y rotuladores bonitos, en carpetas y  casi cualquier cosa que vendan en Tiger, Tedy, Lidl, Aldi…

Y sí, somos el único gremio que no roba en el trabajo, sino que nos llevamos cosas de casa para nuestra aula y nuestros niños.